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  • Foto del escritorEri1305

Autumn flower

Sábado 12 de Octubre.

Cuando su ventana se encontraba siendo iluminada a un nivel insoportable y el calor del sol comenzaba a ser insufrible Kaoruko despertó, abrió sus ojos con tanta pesadez como si estuvieran interrumpiendo su sueño más grato. Estirando su mano por la cama se dio cuenta de que hacía falta algo, o más bien, alguien y fue suficiente para irritarle, siempre le había gustado ser admirada, fue educada para el ser el centro de atención, sin embargo, justo ahora, que la única persona que había estado tras de ella desde siempre, ya no lo estaba o de esa forma lo percibía, se sentía abandonada, sola, sentía que no era suficiente y todo se resumía en ira. Futaba, llevaba ya tres fines de semana en los que la abandonaba por irse con esa francesita y justo ahora, que se despertaba resulta que nuevamente había salido y esta vez, sin decirle nada al respecto, su paciencia se encontraba colmada, mientras más lo pensaba menos lo quería admitir, pero tenía conocimiento de que estaba celosa.

Levantándose en un movimiento rápido se dirigió a su teléfono y procedió a llamar a Futaba, no pensaba quedarse con eso, sonó el tono por primera vez y Kaoruko pensaba qué le diría, el segundo tono, y en su cabeza ya resonaba lo que le diría Futaba “deja de ser tan celosa, Claudine es solo una amiga”, tercer tono y Kaoruko decidió colgar, no sentía que tuviera sentido quejarse y hacer a Futaba sentir que ella era una maniática celosa. Lo dejaría pasar, pero estaba segura de que esto no se quedaría así.

Sábado 9 de Noviembre.

Los días pasaron y las hojas continuaban cayendo, ese otoño se sentía realmente frío y aún más en las noches como esa. Nana, estaba en el patio con un abrigo intentando tomar una foto nocturna del cielo, que se encontraba más estrellado que nunca, y Junna lo apreciaba junto a ella, Kaoruko estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se daba tiempo al paisaje, a pasos tímidos se acercó a Nana una vez la vio parcialmente lejos de Junna, quien había decidido entrar a buscar algo, Kaoruko comenzó a aclararse la garganta intentando llamar la atención de Nana, preparándose mentalmente para lo que diría —Nana-han, ¿Puedo decirte algo?

Bajando su teléfono llena de curiosidad, Nana no duró en responderle— Claro que puedes, Kaoruko-chan, ¿Qué es?

Kaoruko continuaba intentando pensar si era buena idea decirlo o solo terminaría sonando ridícula, pero justo por esa razón eligió decírselo solamente a Nana, porque sabía que no se burlaría de ella y podía confiar en que no lo diría a nadie más —Nana-han, ¿Has visto a Futaba-han?

Nana la miró aún más intrigada y ladeando su cabeza le contestó —Bueno, la última vez que la vi fue esta tarde, iba con Kuro-chan saliendo justo de aquí.

Soltando un pequeño gruñido lleno de rabia y perdiendo el control, le gritó —¡¿Sólo yo estoy sintiendo que ellas pasan mucho tiempo juntas?!

La rubia se encontraba sorprendida de lo que acaba de escuchar y de la reciente actitud de Kaoruko, aventurándose a su reacción colocó una de sus manos sobre su hombro en muestra de apoyo y no dudó en decirle —¿Pasa algo, Kaoruko?

Negando ligeramente con su cabeza, Kaoruko le quitó la mirada totalmente ruborizada y un poco avergonzada —Sólo, necesito que me contestes.

Encogiéndose de hombros restándole importancia y regalándole una sonrisa tan iluminada comparable con una de las estrellas que adornaban el cielo en esa noche, igual de inocente que una de ellas, Nana le dijo—Pues, son amigas, está bien que pasen tiempo juntas, ¿No crees? No creo que Futaba-chan sea tan tonta para que piense en Claudine de ninguna otra forma.

—No creo que sea tan tonta como para hacerlo, conociendo a Tendo-san—Junna acaba de regresar afuera y encontrándose con las palabras de Nana, había unido todo mentalmente entendiendo lo que estaba sucediendo, claramente Kaoruko estaba celosa y tomando en consideración las últimas semanas en que Futaba y Claudine se les unían a desayunar junto a ella y Nana muy temprano en las mañanas, conocía un tanto las razones, aunque no dejaba de parecerle exagerado —Deberías tenerle un poco más de confianza a Isurugi-san.

Cruzándose de brazos, enojada y haciendo un puchero, decidió darse la vuelta y entrar a la residencia mientras pensaba qué estarían haciendo ese par y pensándolo, tal vez Nana tenía razón, o incluso Junna. Pero para ella era injusto porque considerando el tiempo que tenía sin poder salir o al menos pasar un rato con Futaba, no podía ser normal, estaba segura. Una vez llegó a su habitación y visualizó la otra cama vacía no pudo evitar anhelar esos días en que eran ellas dos siempre.

Acostándose en la suya ocultó su rostro contra una almohada, aprovechando que estaba sola, gritó contra ella intentando calmar su rabia y tristeza. Se sentía tan abandonada, tan desechada, y no lo merecía, porque por Futaba ella había comenzado a practicar más, a esforzarse más, incluso los días de semana se despertaba más temprano sacrificando sus horas de sueño para aspirar a ser la mejor chica de escenario que tanto le había prometido a Futaba que sería, y ahora, ella se iba tras otra chica, a admirar a alguien más en su lugar, no podía aceptarlo, no pensaba que podría hacerlo nunca.

Lunes 10 de Noviembre.

El cielo estrellado de la noche anterior no había logrado disipar el frío de un corazón nostálgico y eso implicaba que Kaoruko no había logrado conciliar bien el sueño dándole vueltas a todo en su mente, recordando, intentando atar cabos sueltos, no había podido parar de pensar, y justo ahora se encontraba en clases teóricas en la misma situación, soñolienta daba miradas de reojo a Futaba intentado leer sus pensamientos y analizando si era buena idea enfrentarla. Entonces, moviendo su mirada por el aula, sus ojos se detuvieron encima de una castaña con mucha presencia que miraba atentamente la explicación de su profesora de turno, y sucedió, tuvo una epifanía, debía hablar con Maya sobre Claudine y descubrir si pensaba lo mismo que ella. El sol invadió la clase y un brillo llamó su atención desde la otra esquina del salón, volteando su rostro ligeramente para poder admirar bien qué era, descubrió un par de ojos esmeralda mirándola con un deje de curiosidad. El cabello dorado de Nana le creaba un aura que podría compararse al de un ser divino, y a su mente llegaron imágenes rápidas de sus interpretaciones como Diosas en el Starlight 100. Le dio una ligera y veloz mirada a Futaba antes de mirar nuevamente a Nana con una sonrisa, indicándole que todo estaba bien, convenciéndose a sí misma de hablar con Maya y detener eso a como diera lugar. En el momento en que imaginó a Futaba interpretar el Starlight de ese año como Flora, y a Claudine como Claire.

La tarde avanzó con ferocidad llevándose los minutos sin piedad. Camino a los dormitorios, se podían apreciar algunos árboles soltando las hojas en muestra de lo rápido que estaba pasando ese otoño. Eran sentimientos que guardaba para sí misma, pero existían pequeñas cosas que le recordaban Kyoto y le causaban nostalgia, cuando vio el edificio imponente alzarse ante su vista, rogó mentalmente el no haberse adelantado a Maya, porque en el momento en que el último periodo de clases terminó, para evitar cruzar palabras con Futaba, tomó sus cosas sin pensarlo mucho y caminó fuera del aula. Sabía que ella ya podría estar sospechando algo, por el hecho de que se fue antes a clases sin esperarla y ahora se había ido de clases sin ella, pero no planeaba decirle nada porque consideraba que no era ella quien estaba haciendo las cosas mal. Una vez frente a la puerta del dormitorio de Maya, no dudó en tocar y esperar por si abrían, cosa que no sucedió, por lo cual asumió que debería esperar un poco, escuchó unos pasos acercarse por la esquina del pasillo y en el momento en que esa persona hizo acto de presencia sintió su piel erizarse y temblar, era como si la vida eligiera los peores momentos para encontrarle con las últimas personas que deseaba ver, sus miradas se cruzaron y ciertamente se sintió débil, tal cual aparición tuviera frente a sus ojos, pero no podía mostrarse débil, por lo cual frunciendo el ceño y quitándole la mirada sin titubear, se cruzó de brazos y se recostó en la puerta. Los ojos de Futaba estaban repletos de indiferencia, pero ella tenía años de conocerla, era un libro abierto, por lo cual no demoró en identificar la preocupación que desprendían. Pero de la misma forma restarle importancia. Una vez desapareció de su visión, soltó el aire, que no sabía que estaba reteniendo. En su distracción, no supo el momento en que Maya se acercó a ella y solo salió de su ensimismamiento una vez la escuchó aclararse la garganta.

—Disculpa, Hanayagi-san, pero necesito entrar a mi habitación, si me permites—Como último recuso Maya le señaló la puerta sacando sus llaves, abriéndola al momento en que Kaoruko se hizo a un lado.

Kaoruko buscaba en su mente las palabras para decirle de forma correcta a Maya lo que la estaba molestando tanto —Tendo-han, ¿Puedo hablar contigo unos minutos?

Con un ligero asentimiento Maya se hizo a un lado para que Kaoruko pudiera pasar y una vez la vio dentro cerró la puerta, para tener mayor privacidad, le señaló la cama ofreciéndole espacio para que estuviera aún más cómoda —¿Y bien, Hanayagi-san?

Kaoruko la miraba desde su posición sentada en la cama y cruzándose de brazos. Le dijo, viéndola directamente a los ojos —¿Cómo te va con Kuro-han?

La pregunta dejo un poco consternada a Maya, pero no lo demostró, si no que regalándole una mínima sonrisa le contestó con serenidad —Estamos bien, gracias por preguntar, ¿Pero a qué se debe?

Kaoruko comenzó a dudar de lo que iba a decir, pero si ya había llegado tan lejos, no pensaba quedarse callada —¿No crees que ellas salen muchas veces juntas últimamente?

Por primera vez en la noche se mostraba una expresión en el rostro de Maya, la serenidad se convirtió en una línea recta en sus labios y una mirada un poco más seria —Disculpame, Hanayagi-san, pero son amigas, es normal que salgan juntas, además, Claudine me comentó que están haciendo un proyecto en común.

Levantándose casi de un salto, enojada, Kaoruko caminó hasta la puerta y soltó un “gracias” antes de salir y dejar a Maya dentro, negando ligeramente con la cabeza en respuesta al comportamiento inmaduro de aquella chica.

Martes 25 de Noviembre.

Ese día y de la misma forma en que lo había estado haciendo desde ya hacía dos semanas, Kaoruko se levantó antes de lo común y fue a la academia incluso antes de que Futaba pudiera despertarse, al pasar por la sala de descanso se encontró a Nana junto a Junna desayunando, Nana le ofreció desayuno como si la hubiese estado esperando y conversaron un rato sobre las practicas rutinarias que habían estado llevando algunas tardes desde aquella noche en la que escapó de la habitación de Maya. No cruzó palabras ni una sola vez desde aquel día con Futaba, y lo cierto es que le dolía, sin embargo, Futaba tampoco había intentado hablarle, ni menos detenido sus salidas con Claudine, lo cual la llevó a sentir que el mensaje estaba claro, la relación iba en caída.

De camino a la academia, ahora viajaba sola, por lo cual le daba tiempo de pensar mucho, pero su mente solía viajar a un año atrás, y hacerla preguntarse qué había hecho mal, qué pudo haber sucedido para que Futaba solo decidiera abandonarla ahora. Con lo temprano que era, las calles solían estar vacías, por lo cual se permitía a sí misma soltar uno que otro suspiro. Una vez llegó a la academia se dirigía a la biblioteca a esperar la hora de inicio de clases, ese lugar se estaba convirtiendo lentamente en su área de paz, alrededor de dos semanas había estado quedándose en la biblioteca al llegar y después de practicar un poco más con Mahiru y Nana en las tardes, regresaba a ella, a esperar la hora en la que estuviera segura de que Futaba no estaría despierta, para evitar sentir su incomodidad cuando estaban una alrededor de la otra. Justo ahora, se encontraba sentada en la biblioteca después de practicar, tenía su rostro recostado entre sus brazos mientras se dedicaba a descansar un poco, pero el sonido inminente de unos pasos la hicieron levantar el rostro en busca de ellos. Eran pasos largos y decididos, mirando tras suyo pudo ver a Nana acercarse lentamente con un libro entre sus manos, sin decirle nada se sentó frente a ella y le tendió un muffin que Kaoruko no tenía conocimientos de dónde había salido, sin embargo, no pensaba negarse, por lo cual lo tomó gustosa para comenzar a ingerirlo. Hasta que Nana terminó con la paz del ambiente y se veían los rayos del atardecer irrumpir en todo el espacio como quien proclama la caída del sol y el rompimiento de un día para volverlo todo oscuridad. A Kaoruko le comenzaba a convencer la idea de Nana como una deidad, porque siempre parecía traer el sol consigo, nunca pensaría decir eso en voz alta, pero le intrigaba por qué sucedía.

—Kaoruko-chan, ¿Qué estás haciendo? — Le interrogó Nana mirándola con un rostro sereno, denotaba armonía en su ser, lo que provocó en ella un cierto temor.

—Descansado del día— Dándole el último bocado al pastelillo, Kaoruko se cruzó de brazos y miró a Nana como si intentara demostrarle que su voz melodiosa y su serenidad no le infundían nada.

—Kaoruko, ¿Qué estás haciendo? Y sabes bien a lo que me refiero— La voz de Nana se hizo incluso más grave y su mirada más profunda, la hizo sentir que era pequeña en comparación suya.

—Estoy evitando a Futaba-han, hace alrededor de dos semanas que no hablamos, ella me ha estado ignorando de la misma forma, e incluso creo que ahora sale aún más con Kuro-han, entonces estoy aquí esperando a que su hora de dormir pase para irme a los dormitorios. Eso hago, gracias por el Muffin, Nana-han.

La serenidad en el rostro de Nana había dado paso a su preocupación y tomando una de las manos de Kaoruko en muestra de apoyo le preguntó —¿Y cómo te sientes tú con eso?

Kaoruko colocó el abanico frente a su rostro en muestra de frustración, ocultándose de la mirada de Nana le contestó —Yo estoy bien.

Nana la miró negando ligeramente con su cabeza, rechazando su mentira, para observarla seriamente con un deje de preocupación, comenzó—No eres feliz. No puedes sentirte contenta con todo esto, has estado junto a ella desde que eran pequeñas, ustedes eran inseparables y estuvo siempre cuidándote, la extrañas y te lastima cada que están alrededor una de la otra y se crea la tensión o hasta incomodidad, pero no sabes evitarlo, y ella tampoco parece dispuesta a hacerlo, pensaste que perpetuamente serían ustedes, pero parece que constantemente has ignorado que ella quiere ser Futaba y tú debes ser Kaoruko. Incluso antes de aquella noche en la que me preguntaste por ello, Junna-chan y yo sospechábamos que ustedes tenían días sin hablar más que solo unas palabras, sé que sientes como si ella te hiciera promesas que no pensaba cumplir, pero pregúntate, Kaoruko-chan, ¿Cómo crees que se siente ella con todo esto? Y lo peor es que ustedes ni si quiera han tenido el atrevimiento de hablarlo mutuamente. Al principio le restábamos importancia porque ustedes siempre tienen problemitas y lo saben resolver, además de que nos parecía una exageración más de tu parte, pero ustedes llevan ya más de un mes de este modo, esto ha ido muy lejos ¿No crees?

Colocando sus manos con fuerza sobre la mesa de la biblioteca y levantándose en el mismo movimiento, molesta. Kaoruko alzó su voz a Nana como contestación— ¡Futaba-han no es tan fácil! —Nana solo pudo sonreír levemente al oír esas palabras, porque la última vez que escuchó a Kaoruko decirlas, las cosas resultaron con ella disculpándose, a su manera, con Futaba. La encargada de la biblioteca le llamó la atención a Kaoruko, quien avergonzada tomó sus cosas y decidió retirarse del lugar, dejando a Nana sola con sus pensamientos y un libro en sus manos, que comenzaría después a leer.

Miércoles 26 de Noviembre.

Futaba estaba dando vueltas por la habitación intentando pensar en todo, no entendía completamente qué había sucedido, pero estaba segura que las cosas se habían salido de sus manos, Kaoruko es exagerada, dramática y enojona por naturaleza, llevaba años conviviendo con eso, pero nunca habían durado más de unas semanas peleando. Lo que lo hacía distinto en esta ocasión, es que no existía enfrentamiento el cual recordar, no tenía conocimiento alguno sobre la pelea, si era consciente de que podría estar celosa, pero de ser así ¿Por qué no lo habría dicho? Incluso estaba evitándola, no necesitaba ser una adivina para entender que Kaoruko llegaba en las noches tarde para evitar estar a su alrededor. Gracias a Karen, pudo saber que al menos no se iba por las tardes a poner su vida en riesgo, si no, que se lo pasaba en la biblioteca, aunque no iba a leer.

Ay ¿Qué iba a hacer con esa chica? Sinceramente; sí se sentía sola, sí la extrañaba y le dolía que eso estuviera sucediendo, pero ¿Qué le diría? ¿Qué le podía decir? Estaba en plena conciencia de que ella también podía haber estado fallando al faltarle algunas tardes, noches y hasta días, pero solo se iba a practicar con Claudine, tampoco es como si fueran a hacer cosas que faltaran a su respeto, solo intentaba ser la mejor para estar al ritmo de Kaoruko siempre. Para poder seguirla de cerca, para poder ser una chica de escenario y estar al nivel de todas, ¿Qué si había ido a divertirse con Claudine alguna vez? Pues sí, pero eran amigas, además, la mayoría de veces, así estuvieran comiendo algún pastelillo francés en una cafetería, terminaban hablando del teatro y de sus prácticas, pocas veces hablaban de ellas. No encontraba mucho sentido a esto, intentaba, en todas las clases demostrarle a Kaoruko lo mucho que se había estado esforzando y mejorando, a todos nos gusta la aprobación. Ella solo quería los halagos de Kaoruko, pero hasta ahora, sólo habían logrado separarse mutuamente a tal punto de que no convivían juntas a pesar de dormir en la misma habitación. Tomó su teléfono y se sentó en el borde de la cama mirando en la galería sus fotos con Kaoruko, agradecía mentalmente a Nana por enviarle algunas de las que les tomaba cuando las veía juntas. Anhelaba esos días, en que eran ellas dos sin tantos problemas.

Kaoruko, entraba a su habitación después de un arduo día de prácticas y relajación en la biblioteca. Posteriormente a la conversación que mantuvo el día anterior con Nana había intentado evadirla, lo cual terminó siendo inútil, porque cada que se topaban, encontraban o veían, la rubia no dudaba en sonreírle, ni si quiera ella era capaz de negarle una sonrisa a Banana, sabía que estaba preocupada después de todo lo que le dijo la tarde anterior, pero no sabía cómo hablar con Futaba luego de todos esos días en que si quiera se miraban, intentaría armarse de valor para resolver las cosas, aunque eso no estaba en sus planes para ese día.

Al cerrar la puerta de la habitación soltó un suspiro antes de cruzar aquella pequeña cortina que hacía separación, esperando encontrar a la pelirroja dormida, pero sus ojos no daban crédito a lo que veían. Futaba se encontraba sentada en el borde de la cama mirando su teléfono, no tenía conocimiento sobre qué miraba, pero parecía muy concentrada, una vez dedujo su presencia, sus ojos se fijaron en ella.

En su garganta se formó un nudo y palideciendo dio un paso atrás, antes de tomar fuerza de voluntad retirando su mirada dirigiéndola a otro lado le dijo, con el ceño fruncido y los brazos cruzados —No puedes vivir sin mí, ¿No?

Bajando el rostro, mirando nuevamente a la pantalla, Futaba en un susurro respondió —No está en mis planes hacerlo.

—Eres un completo desastre sin mí.

—Tú también lo eres.

En unísono y sabiendo lo que pensaba la otra soltaron en un susurro —Lo sé porque te conozco.

Mirándose una a la otra en completo silencio, se sonrieron, y eso fue suficiente para dar por terminada la guerra. Kaoruko tenía conocimiento sobre los sentimientos de Futaba tan solo con mirarla, y ella sabía lo que Kaoruko pensaba, sentía y quería nada más viendo sus orbes avellana, en esos momentos ambas cedieron, conociendo que, si continuaban eso, terminarían perdiendo ambas la única batalla que esperaban llevar juntas el resto de su vida.

Futaba se levantó de su lugar y caminó en silencio hasta agarrar la mano de Kaoruko, con tal delicadeza que se sentía como si temiera romperla, tomándola ligeramente por sorpresa, provocándole un sonrojo, ninguna se atrevió si quiera a hablar, caminaron hasta una de las camas y sin mucho que decir terminaron recostadas una junto a la otra, el silencio lo estaba diciendo todo, semejaba a como si sospecharan acabar todo con una palabra, mirándose a los ojos, iluminadas por la luz de la habitación, su silencio era tan cómplice de sus emociones que creían lograr escuchar sus corazones latir con prisa, Futaba se adelantó y acercó su rostro al de Kaoruko, quien al presentir lo que sucedería no dudo acabar con la distancia, sellando su tratado de paz.

Viernes 29 de Noviembre.

Iban tres días desde esa noche en que supusieron resolverlo todo, pero no, en esos tres días habían pasado muchas cosas que la terminaron empujando a volver a ese lugar, Kaoruko estaba otra vez sentada sola en la biblioteca con su cabeza sobre sus brazos y una espectadora vivaz intentando descifrar qué sucedía, Nana estaba sentada en la mesa de enfrente leyendo, o tal vez releyendo “El fantasma de la ópera”, pero ella estaba casi segura de que la estaba mirando, podía sentir sus ojos intentando averiguar qué sucedía. Y la verdad, ni ella sabía qué era lo que había salido mal, recordaba cada situación con recelo, pero en su mente no encajaban las piezas, estaba casi segura de que no estaba exagerando esta vez, las cosas no se sentían como siempre, y aunque Futaba volviera a despertarla en las mañanas y se fueran en moto juntas nuevamente como lo hacían siempre, que hablaran casi tanto como antes e incluso de regreso volvieran juntas, había algo que no estaba bien. Sabía que Futaba también era capaz de sentirlo y por esa razón no estaba ahí junto a ella sentada, si no, que la había dejado ir sola sin hacer preguntas.

Podía recordar con exactitud la primera vez que sucedió. Una mañana en la que, en una de sus clases, su profesora les pidió hacer parejas para practicar, ellas se miraron y con eso fue suficiente para hacerse a la idea de que eran equipo, sin embargo, una vez se tomaron de las manos perdieron la concentración. Futaba no lograba guiar bien los movimientos y Kaoruko se encontraba tensa, sus movimientos no se veían naturales ni delicados, parecía que no estaban en sintonía, Nana estaba con Junna y ambas se miraron preocupadas sin dejar de moverse con maestria, Maya se encontraba concentrada en los suyos junto con Claudine, como siempre, pareciera que brillaran tanto como una estrella. Kaoruko, incómoda por la situación en la que se encontraban, quitó sus ojos de Futaba, quien en busca de una solución comenzó a mirar sus pies, entonces percibió algo que la dejó llena de envidia, Hikari y Karen se movían con tanta destreza, tanta habilidad, era como si estuvieran hechas para ese momento, si sus mentes se leyeran y sus pasos se siguieran por inercia. Volvió a su realidad, para fijarse en que Futaba ni si quiera la estaba mirando, parecía como si su mente estuviera en otro sitio en esos instantes. Le sentaba fatal, por el hecho de recordar cuando ellas eran como Karen y Hikari. Después de esa fatídica práctica, ninguna se atrevió a hablar de ello. Eso fue apenas el miércoles.

El jueves las cosas fueron más allá de la desconcentración de una práctica,

Si bien recordaba, sucedió en la hora del almuerzo, en la cafetería, ella junto a Futaba se sentaron a comer, mientras creaban una conversación sobre las clases teóricas en las que Kaoruko casi se duerme. Todo iba con normalidad, hasta que Nana y Junna se decidieron unir a ellas, continuaron teniendo una charla ahora más amplia sobre el teatro, la danza y algo de música, pero todo cambió de rumbo cuando Maya y Claudine se sentaron en su misma mesa, Maya se sumó fácilmente a la plática, Claudine intentó hacer lo mismo, pero Kaoruko se comenzó a incomodar solo de verla sentada ahí, a su parecer Nana lo notó, porque comenzó a hablarle, desviando su atención. Sin embargo su inquietud seguía presente, pero su irritación se comenzó a hacer incontrolable en el momento en que Claudine cruzó palabras con la pelirroja.

—Futaba, ¿Ya leíste el libro que te recomendé? — Los ojos de Claudine estaban sobre ella y su sonrisa aumentó la molestia en Kaoruko, ¿Desde hace cuánto le decía Futaba directamente?

Sacando el libro de entre su uniforme, lo colocó sobre la mesa —Es muy bueno, solo he avanzado unas páginas, pero me gusta. Gracias por la recomendación, Kuro-chan.

—Vaya, ¿Estás leyendo Los Miserables?, es un muy buen libro, aunque era de esperarse que Saijo-san ya lo hubiese leído, me refiero, por el lugar en el que se desarrolla la historia— Junna comentó acomodándose los lentes adentrándose en lo que recordaba del libro.

—Incluso tienen un musical ¿No? —Nana se reintegraba en la conversación mientras sentía la tensión que había en Kaoruko, solo estaba esperando que sucediera lo inevitable.

—Hay una versión cinematográfica del musical, cuenta con unas maravillosas interpretaciones— Maya rompió su silencio con una sonrisa mientras recordaba la primera vez que la vio, gracias a una noche de películas con Claudine.

—Oui , el fin de semana pasado Futaba y yo fuimos a ver una presentación del musical en el Teatro metropolitano de Tokio, fue fenómenal, ahí le recomendé el libro.

Futaba asentía sonriente mientras miraba a Claudine —Me encantaron las canciones y la parte de la revolución es fascinante.

Kaoruko sintió que había escuchado suficiente y se levantó de su asiento intentando reprimir su ira para no ser tan obvia, pero por la mirada de Nana sabía que era en vano, recogió sus cosas y sonriéndoles levemente soltó —Si me disculpan, debo retirarme.

Después de eso, ninguna lo mencionó, ambas dieron el tema por cerrado y de esa forma lo resolvieron, al no hablarlo. Kaoruko, no soportaba la incomodidad que se estaba formando a su alrededor, cada vez que estaban juntas después de ese momento, y justo por eso se encontraba otra vez sentada en ese lugar, con Nana pensando si volver a interrogarla o no, con un suspiro sacó su rostro de entre sus brazos y miró entonces uno de los ventanales que estaban tras la mesa en la que se encontraba Nana, viendo el atardecer con indecisión. El sol se ocultaba y avisaba que se iba, sin embargo, a nadie parecía darle importancia, levantándose entonces de su asiento decidió volver a los dormitorios, pero al momento en que comenzó a caminar fuera del recinto, la rubia la alcanzó y la detuvo.

Nana la tomó del brazo y colocándose enfrente para detenerla le dijo con una sonrisa tan grande —Kaoruko-chan, quisiera que me acompañaras mañana a un lugar, he oído hablar de una cafetería nueva y según escuché tienen un postre que necesito probar, ¿Entonces vamos?

Un poco desconcertada solo atinó a asentir, eso fue suficiente para que Nana comenzara a caminar frente a ella con una sonrisa radiante, parecía como si otra vez el sol estuviera afuera, que frustrante se volvía cómo se conectaba con el cielo al igual que una deidad, ¿Cómo era que lo hacía?

Negando ligeramente con su cabeza por el camino que estaban llevando sus pensamientos, dispuso a caminar tras ella, al menos no sería solitario el camino a casa. En el transcurso del mismo, Nana le estaba hablando animadamente sobre los pastelillos de los que había oído, su sabor, contextura, y un montón de cosas más que ella no entendía del todo, pero que sonaban deliciosos, cuando llegaron a los dormitorios se despidieron y Nana le recordó bajar para la cena, prometiéndole que ese día haría algo que le agradaría. Ella siguió sola hasta su habitación. Cuando estuvo ante la puerta no pudo evitar dudar si entrar o no, al final, terminó haciéndolo, para encontrarse a Futaba sonriente sentada frente al televisor mientras leía una revista, eso la relajó un poco, su imaginación no se hacía a la idea de que eso pudiera salir mal, sin embargo, presentía que no debía confiarse.

Futaba levantó sus ojos de la revista y con voz nerviosa soltó —Oye, Kaoruko, tengo algo que decirte.

Ese tono de voz le indicó que había sido una buena decisión desconfiar, dándole su atención, indagó —¿Si?

El nerviosismo en Futaba aumentó y en voz baja dijo —Mañana saldré con Kuro, dice que hay un lugar que quiere mostrarme y le dije que iría, ¿De acuerdo?

Kaoruko sólo atinó a asentir antes de dejar sus cosas en la cama, para darse la vuelta y declarar —Banana-han dice que hará algo especial para la cena, deberías bajar pronto —Tomó un par de prendas de vestir antes de salir de la habitación con dirección a las duchas, pensando en si existiría una forma de regresar en el tiempo, y evitarse a sí misma escuchar lo que Futaba acababa de decirle.

Sábado 30 de Noviembre.

Salió de su ensoñación una vez escuchó un estruendo, juraría que era la puerta cerrándose. Por lo cual, soñolienta movió su mano por la cama para sentir que esta vaciá, hacía falta alguien, y la curiosidad la inundó, era la primera vez que Kaoruko se levantaba antes que ella y la dejaba sola en la cama, lo que le provocó un sentimiento extraño de pérdida. Dejando de lado sus ideas, optó por levantarse y comenzar a alistarse, Claudine le había dicho que ese día harían algo distinto a todo lo que habían hecho con anterioridad, eso le provocaba demasiadas incógnitas, aunque no creía que fuera algo malo. Decidió tomar sus cosas antes de salir de la habitación para irse a las duchas, y comenzar con el día.

Cuando entró a la cocina, después de alistarse completamente, se encontró una escena fuera de lo usual, Junna se encontraba desayunando, pero en lugar de Nana como siempre, esta vez estaba con Claudine, lo que la dejó preguntándose dónde podría estar la rubia, ella no acostumbraba a salir sin la chica de lentes, “¿Se habría ido con Kaoruko?, ¿A dónde podrían ir ese par? ¿Por qué Kaoruko no le dijo nada al respecto? ¿Habría llevado dinero para el tren?” Cuando las chicas la vieron, cambiaron la conversación, o eso parecía a los ojos de Futaba, quien sin tomarle mucha importancia decidió sentarse con ellas, pero cuando estaba a punto de lograrlo, Claudine la detuvo.

—Deberíamos ir saliendo ahora, antes de que el local al que vamos se llene, podrás comer allá.

Asintiendo en rendición, Futaba se despidió de Junna, siguiendo con muchas dudas a una Claudine, que se veía demasiado radiante y emocionada, tal vez irían a ver alguna obra que le apasionara demasiado —¿A dónde vamos, Kuro?

Negando suavemente con su cabeza y regalándole una sonrisa le contestó —No seas ansiosa, te enterarás una vez estés ahí, te prometo que te vas a sorprender.

—No puedo esperar, si es así —De alguna forma, ella estaba menos enérgica que siempre. No podía deshacerse de los pensamientos que la guiaban una y otra vez a Kaoruko.

Siguieron caminando a pasos tranquilos por las calles de la ciudad, antes de que Claudine, de pronto, se detuviera frente a una pequeña cafetería, lo que dejó anonadada a Futaba, quien no esperaba nunca que fueran a terminar yendo a un lugar así, “¿Era eso lo que tenía a Claudine tan contenta? ¿Hace cuánto no tomaba café?” —¿Es aquí?

La francesa asintió con una sonrisa amplia —Oui, Prepárate para lo que verás ahí dentro, no quiero que salgas corriendo.

Alzando ambas cejas sorprendida por lo que acaba de escuchar, Futaba asintió un tanto asustada — ¿Salir huyendo? ¿De qué estás hablando?

Ignorando sus preguntas, entró al local, con un aire de suficiencia.

Definitivamente era un lugar muy lindo, Nana pagó un té para ella y un café junto con el pastelillo del que tanto le había estado hablando, no recordaba haberla visto tan contenta, y eso que ella pensaba que era imposible, se veía radiante, y lo cierto es que ese pastel sí sabía delicioso.

­­—Entonces, ¿Después de comer esto, regresaremos a los dormitorios?

Nana pareció mirarla con una sonrisa traviesa, dejando un segundo el bocadillo de lado y le dijo— No, tenemos que esperar a alguien, invité a otra persona y ya debe estar por llegar, quiero que le conozcas.

Mirándola intrigada, y pensando si tomar sus cosas e irse o quedarse y saber de quien hablaba, Kaoruko se llevó las manos al rostro cubriendo su frustración —Nana, ¿De qué estás hablando?

Riendo ligeramente antes de darle un sorbo a su café espetó —Me lo vas a agradecer después.

Kaoruko se sentía de pronto nerviosa, dándole sorbos a su té para intentar calmarse miraba de reojo a Nana, que había sacado su móvil, comenzando a textear con alguien, con una sonrisa brillante, que, a sus ojos, no podía significar nada bueno.

Con una risa satisfecha, Nana le tomó una foto a Kaoruko y la ventana que tenía detrás, para enviarla a alguien. Muy divertida, ya entendía lo entretenido de los programas de citas de la televisión occidental, y ver a la bromista de Kaoruko tan inquieta se le hacía una venganza en nombre de todas esas personas a las que seguramente ella también había puesto nerviosas solo por molestar, pensando en fastidiarla más le dijo —No te preocupes, ya está aquí, te prometo que será una agradable sorpresa— el hecho de ver su rostro palidecer, le fue suficiente para ahogar una risa.

—¡¿Ya está aquí?! ¿Dónde? ¿De dónde es? ¿No me puedes decir si quiera su nombre? — Se sentía incluso más nerviosa que antes, su rostro perdió color por el susto de que Nana estuviera pensando en conseguirle pareja o algo parecido. No era capaz de hacerle algo así a Futaba, aunque las cosas no estuvieran bien.

Salió de su ensimismamiento cuando una voz conocida para ella gritó—¡Ahí están!

Claudine acaba de acercarse a ella junto con la última persona que esperaba ver ahí, Futaba. Lo cual la hizo incluso olvidar cómo se respiraba, haciendo su rostro perder el color, tanto que estaba consciente de que podría ser comparable con un papel, y por la expresión de su rostro, estaba segura de que ella tampoco sabía de qué se encontrarían así. Les habían tendido una trampa, se creó una tensión en el lugar que Nana y Claudine parecían ignorar, porque comenzaron a hablar animadamente sobre el postre que la rubia había comprado, sin embargo, a pesar de eso, ni ella ni Futaba podían terminar ese silencio.

Futaba en su mente soltaba un grito interno con tanta fuerza que podía escucharse cómo prometía venganza contra Claudine, por haber hecho algo como eso sin consultarlo, no sabía cómo debía continuar ese momento, Koaruko se veía casi como si hubiera visto un fantasma, la manera en que reaccionó lo decía todo, ninguna de las dos pensaba que eso iba a suceder, así que a eso se refería Claudine cuando le dijo que no saliera corriendo, debió haberlo sospechado, tal vez así habría huído a tiempo. Tomando asiento, decidió romper su burbuja donde eran Kaoruko y ella, mirándose, como si nunca lo hubieran hecho antes.

Kaoruko miró entonces a Nana y con un susurro le preguntó intentando que Futaba no se diera cuenta —¿Qué hacen ellas aquí?

La rubia con una sonrisa y mirando a Futaba de reojo, le contestó —Claudine me dijo, que Futaba le había dicho que quería salir contigo, pero no sabía cómo hacerlo.

Asintiendo, Kaoruko le dio un sorbo a su té mientras analizaba las facciones de Futaba. No parecía que lo que Nana le había dicho tuviera sentido, le había mentido todo el camino y cuando llegaron ahí respecto a lo que sucedería, no le tenía que extrañar si eso era otra mentira. Parecía que la única forma de saber qué pasaba con certeza, era preguntarle a ella directamente. La vio en silencio pedir un cappuccino y a Claudine un mocaccino, mientras frotaba sus manos, eso era algo que solía hacer últimamente cuando se sentía nerviosa, eso no podía terminar bien, “¿Por qué razón Nana y Claudine quisieran arrastrarlas a una situación tan incómoda? ¿Por qué razón ellas no parecían igual que incómodas que ella y Futaba?”

—Oye, Kaoruko, ¿Saliste temprano hoy de las habitaciones? —Futaba hacía su mejor esfuerzo para intentar romper esa tensión, aunque era consciente de que hacía falta más que solo eso.

—Algo así —Kaoruko no sabía tampoco qué decirle, sólo podía sentir cómo el silencio se hacía más grande.

El resto de su estadía en esa cafetería fue igual, había un silencio tan grande por parte de ellas, que la única forma en la que les era posible hablar, era cuando alguna de las otras dos chicas intervenía, pero en un punto de la mañana terminaron teniendo una conversación de cuatro, donde Futaba y Kaoruko parecían evitar hablar una con la otra, pero entre tanto, se les hizo imposible y a veces terminaban diciendo las mismas cosas al mismo tiempo, Nana miraba la escena complacida, antes de recomendarle a todas que fueran juntas a un parque que está a cerca de Tokio, ninguna objetó nada y juntas caminaron fuera del local siguiendo a la rubia, que iba emocionada frente a ellas. Llegando a la estación de trenes, Kaoruko y Futaba las seguían de cerca, hasta que en un tumulto de personas, no las volvieron a ver más. Futaba, desesperada comenzó a llamar a Claudine por teléfono, Koaruko le texteaba a Nana intentando saber dónde estaba. Sin embargo, fue en vano, ninguno de los dos teléfonos estaba encendido, la pelirroja sabiendo lo que acaba de suceder, miró los boletos de tren que tenía en sus manos y tomando a Kaoruko de la mano, la jaló consigo, montándose en el tren. Entonces su celular comenzó a vibrar, anunciando un mensaje, cuando lo revisó era Nana enviándole una ubicación, indicándole que fueran al parque Yoyogi, que ellas ya habían llegado, pero ciertamente ellas estaban seguras de que no estarían ahí. Motivadas por la curiosidad y por el hecho de que ya estaban en el tren, decidieron ir al parque. Una vez en él, Futaba recibió otro mensaje, esta vez de parte Claudine, que le decía: “Invítale al menos a un helado, se ven realmente tensas”

Aclarándose la garganta, sonrojada, Futaba la miró avergonzada para decirle apenas audible —¿Quieres ir a por un helado?

Kaoruko la miró extrañada antes de encogerse de hombros — ¿Y por qué no?

Después de comprar los helados, comenzaron a caminar juntas por el lugar, y de pronto se sintieron más a gusto, como si nada hubiera sucedido, Futaba se acercó a ella y le tomó la mano con suavidad, siguieron andando de esa forma durante un buen rato, antes de que, sin darse cuenta, ahora iban una recostada a la otra, viendo las hojas del otoño caer, ambas preguntándose qué les había sucedido. Cuando estaban en Kioto, las cosas nunca fueron así, ¿Por qué ahora en Tokio sí? Sabían que ambas habían fallado, sin embargo, alguien no estaba siendo lo completamente sincera, porque de lo contrario, las cosas habrían vuelto a funcionar.

Futaba sonrió entonces, mientras miraba a la chica que tenía junto a ella y se decía a sí misma “Yo te protegeré siempre, no dejaré que nadie ni nada te lastime”.

—¿En qué piensas, Futaba-han? — le preguntó Kaoruko, llena de curiosidad al ver sus ojos posados en ella.

—En nada, Kaoruko, en nada— le respondió con una sonrisa y un suspiro.

—A mí no me engañas, estás pensando en algo y no me lo quieres decir— le dijo, con el ceño fruncido y cruzándose de brazos, ligeramente molesta —dijimos que no habría secretos entre nosotras.

—Tranquila Kaoruko, no es nada malo, pensaba en realidad en el destino y estoy contenta de conocerte de toda la vida— Le confesó sonrojada, aún no se acostumbraba a decir cosas como esas, no estaba acostumbrada a decir lo que sentía.

—Esperaba todo menos eso de ti, parece que estamos progresando— Le dijo, con una gran sonrisa ruborizada.

Le dijo todo con los ojos cerrados imaginando que ella no estaba ahí a su lado—Lo siento si te he descuidado, sé que estabas celosa de Kuro, pero Kaoruko, yo solo quiero estar contigo, confía en mí. — Al terminar, abrió los ojos, sin evitar su sonrojo, subió la mirada para verla, ya que ella era un poco más baja y la vio con los ojos cristalizados y, una sonrisa enorme junto con un sonrojo muy notable.

—Perdóname, Futaba-han, lo cierto es que, si he desconfiado demasiado de ti, y no debería ser así, lo siento. Pero es que, salías demasiado con Kuro-han y sentía como si me estuvieras abandonando. Aunque en el fondo, yo sabía que no se trataba de eso.

—Parece que ambas hemos estado fallando, he estado siendo muy distraída últimamente, no es tu culpa, se trata de ambas, hemos estado juntas siempre y estar un tanto separadas por un tiempo, nos hace sentir el infierno. Te entiendo completamente, esta mañana sentí algo parecido a lo que has sentido tú todo este tiempo. Pero, ¿Por qué no me lo dijiste?

—No sentí que quisieras saberlo, tampoco quería sentir que lo que yo estaba sintiendo, eran ideas y tonterías mías. Todos creen que siempre soy una exagerada.

—Kaoruko, a mí siempre me importa lo que tú sientas, aunque puedas exagerar. Nunca pienses que no me importa lo que sientes, porque si lo hace.

—Te amo—Le susurró, a la vez que la abrazaba por detrás y ocultaba su rostro en su cuello.

Sorprendida por el abrazo, se sonrojó más y la abrazó a contra sí, a la vez que colocaba su cabeza sobre la de ella —El sentimiento es mutuo— respondió sonriendo dulcemente.

Entonces un mensaje interrumpió el momento, al hacer vibrar el teléfono de Futaba otra vez. Era Nana, que le había enviado “Ya bésala”.

Riendo sonrojada al ver a las chicas al otro lado del parque, mirándolas sentadas en una banca, Futaba tomó entre sus manos el rostro de Kaoruko, uniendo sus labios en un tierno beso, que fue correspondido. Entre ellas no hacían falta palabras para resolver las cosas, se demostraban todo con acciones.

Claudine tomó su teléfono y le envió un mensaje a Kaoruko, al ver la escena junto a Nana, quien les tomaba fotos haciendo el máximo acercamiento posible de la cámara de su celular “Très bien, ahora busquen una habitación”.

 

¡He vuelto! (Otra vez).

Nuevamente gracias por su apoyo en el anterior fic y por inspirarnos a continuar.


Tenemos una buena y una mala noticia, después de este fic comenzaremos un(semi) long-fic, pero no sabemos cada cuanto publicariamos, eso es lo malo. Sin embargo podemos prometer que lo terminaremos. Lo mejor de la buena noticia es que será KuroMaya xD.


Respecto al fic, espero haber llegado a su sensibilidad, no quisimos hacerlo tan deprimente(Como consideramos que resultó) pero ¡Tiene un final feliz! Sin embargo, si les dolió en algún momento, asumire la responsabilidad.💓

Antes de despedirme debo dar gracias a Han-sama la mejor betareader de la historia, quién nos ayuda a que esto sea más legible y a Chocobo-otosan-sensei el director en jefe, el que decide que sí y que no, hahahaha, bueno es todo por ahora.


¡GRACIAS POR LEERNOS Y ESPERAMOS QUE LO HAYAN DISFRUTADO!

 

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