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  • Foto del escritorEri1305

H2

Karen había estado tomando tanto que se sentía un poco mareada, pero principalmente llena de energía por lo cual decidió dejar a Claudine, Mahiru y Junna en la mesa a pesar de sus quejas. En la pista de baile estaban Kaoruko y Futaba, la castaña sentía que ella necesitaba deshacerse de ese sentimiento que estaba abarcando su vientre bajo, cuando intentó empezar a bailar sintió sus manos ser tomadas por cierta pelinegra. 


—Karen, ¿Que estás haciendo? 


La miró y entendió que era eso que estaba sintiendo, sus labios carmesí que la llamaban, su hermoso cabello negro que aunque fuese oscuro como el ocaso, era perteneciente a su estrella soñada, esos ojos…Oh y esos ojos azules que la miraban con preocupación, la castaña estaba sintiendo deseo, de apoderarse de ella, de ser lo único que pudiese ver el resto de la noche, necesitaba a su Hikari, necesitaba demostrarle todo lo que la amaba, necesitaba que le rectificara que la amaba con locura, sin responderle aprovechando que la tenía tomada de las manos la llevó consigo a una esquina del bar, Hikari se dejó hacer y fue suficiente para que la castaña lo entendiera, ella deseaba lo mismo, tomando su rostro entre sus manos se acercó suavemente a ella dándole un beso sediento de sus labios los cuales se movieron en una perfecta sincronía al unirse con los suyos.


La pelinegra colocó una de sus manos en su mejilla izquierda, para luego llevarla a su barbilla al bajar suavemente, en un movimiento tiró delicadamente de su boca abriéndola a su antojo, Karen sintió perder el control extasiada ante su tacto, pero la pérdida total de su cordura se dio en el momento en que Hikari introdujo su lengua dentro de su boca en el beso explorando sus paredes. Comenzaron una guerra donde se luchaba por el control, aunque Karen no esperaba el contraataque que recibió al sentir una mano envolverse alrededor de su cintura atrayéndola contra su cuerpo, sintió arder su boca cuando la pelinegra rompió el contacto de sus labios para mirarla a los ojos sabiendo que si continuaba no sabría cómo detenerse. 


—Karen… 


—Hikari… 


Un rubor inundó el rostro de la pelinegra al escuchar solamente su nombre, el deseo en ella era tan grande, estaba hambrienta y lo único que podría acabar con esa hambre bestial sería la castaña, su cuerpo, sus labios, todo en ella le pedía que la amara, y ella no podía negarse a hacerlo, su única meta en ese momento era complacerla, hacerla feliz. Respiraba pesadamente sintiendo la sensación de un deseo incompleto arder en su intimidad, la necesitaba.


De una forma u otra habían terminado en un cubículo del baño de aquel bar, el cual ciertamente estaba bien cuidado, la pelinegra por un momento pensó que ni en toda su vida había visto su habitación tan limpia a manos propias. Pero en ese momento había algo más grande que estaba acaparando su atención, o más bien, alguien, y es que Hikari estaba casi sobre Karen acorralándola contra la pared. 


La pelinegra se adueñó de sus labios una vez más, mientras colocaba una de sus piernas en la entrepierna de Karen, la castaña se tragó un gemido ante el contacto haciéndole presión suavemente. Las manos de Hikari subían y bajaban levemente por su cuerpo, una se encargaba de acariciar sus glúteos sobre la ropa mientras la otra buscaba alguna entrada rápida bajo su blusa, Karen se movía contra ella deseando más. 


Hikari mentalmente agradeció el hecho de haberse quitado los abrigos cuando llegaron a sus mesas porque había comenzado a sentir su cuerpo arder en el contacto contra la piel de ella, subió una de sus manos hasta su cuello acariciándolo dulcemente antes de levantar el rostro de la castaña, rompió el beso planeando abandonar sus labios un rato, pero ella soltó un suspiro pesado el cual la desarmó por completo, sin dudarlo volvió a besarla, mordiendo su labio inferior ligeramente, lo cual provocó que la castaña abriera un tanto más la boca, momento en que aprovechó para invadirla nuevamente, jugando con su lengua las cuales se unían, se lamian mutuamente, se rozaban y chupaban, la saliva era parte del placer. 


Karen se dejó hacer por ella, sus pensamientos fueron invadidos por completo, solo escuchaba el nombre de la pelinegra retumbar una y otra vez, estaba extasiada, necesitaba que apagara el fuego que sentía arder en su piel, sus manos se movieron por la espalda de ella invitándola a más. 


Hikari comprendió lo que sucedía y le dijo suavemente en su oído —¿Quieres que lo haga? 

La castaña asintió mientras ahogaba gemidos a causa de que la pelinegra empezó a mover su pierna contra su intimidad con más ímpetu — Necesito más. 


La chica de ojos azules aprovecho que Karen estaba mirándola para acercarse a su cara, y rozar su nariz con la suya, sus labios recorrieron el rostro de la castaña mientras le agarraba el cuello con una de sus manos, haciéndose espacio en el, bajo lentamente para comenzar a lamerlo y besarlo, provocando que de entre los labios de la misma escaparan un par de gemidos lo suficientemente altos para resonar en todo el baño, lo cual asustó un tanto a la pelinegra, temía llamar la atención, Hikari encontró el borde de su blusa y metió su mano bajo la misma, acariciando ahora su piel directamente, el tacto hacía temblar ligeramente a Karen, ella en su desesperación comenzó a mover sus brazos por su espalda tratando de ganar más cercanía. 


La pelinegra dejó salir sus deseos y comenzó a acariciar suavemente su piel, la sintió retorcerse bajo su tacto y escuchaba de sus labios escapar “más” y “ahh” que solo lograban invitarla a continuar, pero pensando en que tal vez no contaran con mucho tiempo antes de que alguien decidiera buscarlas, eligió ir directo al tema, su lengua jugando con su cuello era suficiente para tenerla gimiendo, era extremadamente sensible en esa área, y ella lo sabía muy bien, dándole una pequeña mordida la sintió aferrarse a ella temblando extasiada, contenta comenzó a jugar con el borde de su pantalón, sin pensarlo mucho desabrocho la cremallera y se dio el lujo de sonreír para sí misma al sentir a Karen soltar un suspiro aún más excitada por lo que iba a suceder. 


Hikari empezó a mover su mano sobre sus bragas sintiendo su humedad, los gemidos de Karen se hacían más grandes, pero ella quería más, por lo cual con una de sus manos agarró la que Hikari tenía en su intimidad y la llevo bajo la tela, su rubor solo se hizo más grande ante lo que acababa de hacer, pero ella quería sentirla lo más pronto posible o iba a tener una combustión espontánea, ese tipo de calor no era normal y solo se lo hacía sentir ella.


La pelinegra con la mano que tenía en su cintura subió para meterla bajo su blusa hasta los senos de la castaña, llevo sus labios a los suyos comenzando a besarla, al sentirla respirar pesadamente contra sus labios decidió que no la haría esperar más. Sus dedos comenzaron a moverse suavemente sobre su punto, cosa que hacía a Karen aferrarse a su cuerpo mientras movía suavemente sus caderas contra su tacto exigiéndole más, lo cual no pasó desapercibido para Hikari, quien aprovechando la humedad que habitaba en la castaña remojo sus dedos en sus líquidos antes de introducir dos en su interior, lo que la hizo temblar ligeramente, comenzó con movimientos suaves mientras su mano derecha acariciaba la espalda de Karen asegurándose que no ocurriera un accidente, mientras sus labios saboreaban su lengua, por su mente sólo podía pasar un pensamiento “Que hermosa es cuando se ve así...” 


“Ahh, sii, ohh, humm” eran los sonidos que salían de los labios de Karen los cuales aún estaban siendo aprisionados por su amante, sentía como entraba y salía de ella lográndola llevar al cielo con sus movimientos, la conocía demasiado bien, su mente se encontraba nublada, sus ojos cerrados, su cuerpo sostenido por Hikari y su poca fuerza de voluntad, con una de sus manos intentó tocarla metiendo una de sus manos bajo su camisa, arañando suavemente su espalda —Ahhhh, si... 


Su amante al escucharla gemir de esa forma contra sus labios y sus uñas en su piel sintió satisfacción, olvidándose por un rato de que estaban en un lugar público, aumentando sus movimientos sobre su intimidad, y asegurándose de rozar con la palma de su mano su clítoris, Hikari llevó su lengua a su cuello abandonando su boca para escuchar como sus gemidos se hacían más fuertes, ese era su punto débil.


Hikari escuchó la puerta del baño ser abierta, lo cual la trajo a la realidad y una sensación de peligro comenzó a inundarla, la adrenalina recorría su cuerpo entonces le dijo suavemente a su amante contra su cuello muy cerca de su oído —Trata de guardar silencio, no queremos que nadie se entere — En respuesta recibió un gemido ahogado, ella le dio más velocidad a sus movimientos mientras con su mano libre tapaba la boca de Karen, sentía como la saliva mojaba su mano, lo estaba disfrutando demasiado. 


Karen sentía su cuerpo moverse por sí mismo contra el tacto de su acompañante, además de sentir la satisfacción venir de ella, estaba nublada de placer, pero su cuerpo mismo se sentía conectado a Hikari, en ese momento era más sensible que nunca, sintiéndose de ella. Estaba haciendo un gran esfuerzo por callar sus gemidos, la sensación de la mano de Hikari contra su boca le llenaba de adrenalina, sabía que había alguien porque se escuchaban sus pasos en el baño. Sus sentidos se embriagaron de su voz al oírla decirle al oído una vez abandonó su cuello.


—¿Así? 


La castaña sonrió para sí misma al oír la puerta del baño cerrarse una vez Hikari soltó su boca, ella sabía que hablarle al oído la ponía peor, y siempre que le preguntaba eso ella le pedía más. Abrió los ojos en su éxtasis para decirle entre gemidos —Ahh si… Ahí ohhh ahhh así… 


La pelinegra se empezó a mover con más ímpetu, logrando escuchar sobre la música los gemidos de su amante sintiéndose maravillada por cómo se veía y lo disfrutaba. La castaña intentó buscar los labios de Hikari con los suyos y callar un poco, la aludida al darse cuenta unió sus labios en un beso rememorando donde se encontraban y tratando de complacerla todo lo posible, sus lenguas se unieron necesitadas de tacto mutuo, continuaron de esa forma un par de minutos. Karen sintiendo como su cuerpo era arrebatado por Hikari haciéndolo suya, sus piernas temblar y sostenerse a la espalda de ella como su única forma de seguir en pie a pesar de todo lo que se movía su cuerpo contra la pequeña pared. Hikari sintiendo como ella temblaba viéndola embelesada por su belleza, la forma en la que gemía, se movía, le pedía más, y disfrutaba, ella quería llevarla hasta la cúspide del placer. 


Después de unos minutos en un gemido la castaña susurro contra sus labios buscándolos —Hikari… Ahí, ahí, humm si... Si... —Antes de sentir como la pelinegra mordía suavemente su labio inferior, lo cual le hizo sentir más seducida que nada. 


Hikari subió su blusa con su mano libre y comenzó a lamer los senos de Karen, sintiéndola responder físicamente con una de sus manos siendo colocada en su cabeza incitándola a continuar. 


Karen sintió de pronto su cuerpo temblar más y apretando la camisa de Hikari se sostuvo sobre sus piernas mientras soltaba un gemido largo —¡Ahhhhhhh! Ohhhh, ¡Hi... Kari...! —cerró sus ojos sin poder resistirlo más y se apoyó contra el hombro de la pelinegra respirando pesadamente contra su cuerpo, antes de morderla suavemente. Hikari sintió el orgasmo pasar el cuerpo de su amante, sosteniéndola aún con más fuerza, encantada miraba su rostro, escuchaba sus gemidos, como sonaba su nombre en sus labios, su cuerpo tembloroso, todo, la había desarmado, cuando sintió sus dientes apretarse alrededor de su hombro su ego se infló, Karen solía hacer eso cuando estaba lo suficientemente satisfecha con el sexo como para perder la cordura. 


Le soltó en un susurro contra su cuello cansada, pero con un tono de voz que no podía ocultar su felicidad — Mi Karen…


La pelinegra estaba por sacar su mano de entre su intimidad cuando sintió el aliento de Karen en su oído en un susurro decirle —Una vez más. 


La chica de ojos azules estaba por contestarle hasta que escuchó la voz de alguien conocida gritar a la vez que la puerta principal del baño se escuchaba abrirse —¿Hikari-chan? ¿Karen-chan? 


Hikari al escucharla le pidió a Karen que se quedara callada, Mahiru salió del baño y la pelinegra comenzó a acomodarse la ropa y ayudar a la castaña con el desastre que hizo de su vestimenta, se sonrojó avergonzada mientras Karen la miraba casi orgullosa de lo que acababa de suceder, la castaña le preguntó mientras le daba un beso —¿Hikari-chan?

La aludida le dijo al oído —Vamos a terminar esta conversación en casa.


 

El resto se puede encontrar en “An European Christmas”. 

 

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