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Cuidando Sentimientos

Actualizado: 17 jun 2020

Los acontecimientos narrados en esta historia suceden en un (AU) Universo Alternativo.

 

2 AM

Ya eran las dos de la mañana, ¿Dónde diablos me encontraba? Había caminado demasiado, mis pies ardían y aún no sabía dónde estaba ubicada, me había perdido en esa enorme ciudad tratando de llegar a mi departamento.

Había salido hace unas horas a comprar unas cosas, pero inútilmente me perdí de regreso.

Lo peor era que estaba lloviendo, las gotas caían fervientemente del cielo chochando con mi cuerpo y causando que un escalofrío lo recorriera y dándole un tono más pálido de lo normal a mí piel.

Mi cabello estaba totalmente empapado pegándose a mí cara, seguro y pescaría un resfriado, mi nariz tomó un tono carmesí u mis mejillas hicieron lo mismo.

Lo único que me cubría era una chaqueta negra impermeable, mis pantalones se habían empapado y mis zapatos estaban cubiertos de lodo.

Supongo que me veía como el típico estereotipo de la chica nueva, lo cual sí era, hace algunos meses había venido a esta ciudad para estudiar en su prestigiosa universidad, yo había nacido y crecido en Francia, así que sí, la gente pensaría que era una inocente, torpe y tonta chica inadaptada, pero no, ya había sorprendido a todos los maestros de la universidad y no por la belleza que todos clamaban que tenía.

Aún era nueva por esta ciudad y al principio era muy inocente y no me daba cuenta de la importancia que tenían las opiniones de los demás en esta sociedad y como los hombres y mujeres se trataban entre ellos, tuve que aprender del mal modo al ver como muchos hombres se me acercaban, y no es que mi forma de darle importancia a los pensamientos y opiniones de las personas haya cambiado, en verdad, me importaba una mierda lo que pensaran de mí, siempre seguiré siendo Claudine.

Cualquier persona normal hubiera pedido indicaciones o un taxi, pero, ¿Dónde diablos encontrabas un taxi a las dos de la mañana? Sí, ya había caminado por más de cuatro horas, estaba demasiado distraída que el tiempo se fue volando y había olvidado mi teléfono en mi departamento, así que la única opción que quedaba era pedir indicaciones.

Ahora tengo que pagar las consecuencias y guardarme todo el enojo que siento, eso no me ayudará a encontrar el camino a mí departamento.

Ya estaba harta ¿Dónde estaban las tiendas con servicio a las 24 horas del día? Supongo que ya estoy demasiado perdida.

Caminé por las calles eligiendo las que tuvieran el nombre que más me sonara.

Mis pisadas hacían un crujido al chocar contra el asfalto y las gotas de agua sólo aumentaban el sonido.

Todos los comercios estaban cerrados, no podía diferenciar las luces y apenas podía captar una escena borrosa de las calles.

Caminé un rato más hasta que vislumbré una pequeña luz en medio de una calle, por fin había encontrado algo, suspiré dejando salir toda mí preocupación y caminé hasta el lugar.

Al acercarme pude notar que era un tipo de fiesta llena de adolescentes borrachos tratando de llevarse a alguien a casa, la verdad nunca tuve curiosidad por conocer un lugar como ese, aún así entré en busca de ayuda, como si mis opciones fueran tantas.

Hombres con ropas desarregladas y bañados en el olor del alcohol, mujeres con ropa que dejaba mucho a la imaginación y platicando amenamente con esos mismos hombres o dejando las palabras de lado y yendo al grano.

Había una multitud ahí, gente bailaba y aprovechaba la cercanía para manosearme y coquetear.

La música estaba a un volumen extremadamente alto incluso afuera, al entrar fue aún peor, ni siquiera me escuchaba a mí misma, era una persona calmada, odiaba el ruido, amaba el silencio.

Caminé entre la multitud, odiaba el olor a tabaco, alcohol y sudor, era una combinación no tan agradable para mi, volvía tontas a las personas y en algunos casos los llevaba a cometer estupideces.

Mis pies ardían aún más y el sueño me estaba matando, sentía que el cualquier momento caería, en medio de mí arrepentimiento por salir de casa algo entre la multitud llamó mí atención, un poco lejos de la pista de baile estaba un grupo de personas, decidí acercarme a ellos.

Cuando llegué a ellas noté a dos muchachas riendo y haciendo bromas, entre ellas había otras chicas más, pero se notaba que su convivencia era mera diversión y no pasaba los límites, a diferencia de la mayoría de las personas en la fiesta ellos traían ropa que les cubría casi todo el cuerpo aún manteniendo el estilo.

Sus rostros se me hacían conocidos así que supuse que eran universitarias al igual que yo, era común para mi ignorar a todos, pero eso no significaba que no supiera quiénes estaban a mi alrededor.

—Ehh, disculpen...— la música estaba muy alta así que subí mi tono lo suficiente como para que se percataran de mi presencia, cosa que logré y me dirigieron su atención, no me resultó intimidante o vergonzoso como muchas personas se sentirían, no me importaba eso en estos momentos, yo sólo quería llegar a mi departamento.

—¡Claudine!— una joven de baja estatura me llamó como si fuéramos amigas de toda la vida

—Futa... ba?— dije algo dudosa en un intento de decir su nombre, no estaba segura de si era ese o no.

—Vaya, nunca pensé verte por aquí, ¿Qué haces?

—Estoy perdida.

La tronante alegría que ella demostraba al verme era extraña, era demasiado sincera.

A Futaba la conocía porque fue mi compañera en un proyecto de física, y diferente a los demás ella sí me ayudó con el proyecto y se enfocó en el y no en mi cuerpo.

—¡¿Tú eres Claudine?!— dijo una de las chicas del grupo de amigas mientras se acercaba a mí y me daba un enorme abrazo.

¿Qué rayos sucedía con esta chica? ¿Cómo era que me conocía?

—Sí, yo soy Claudine—dije demasiado incómoda por el abrazo.

—Es un gusto conocerte, me llamo Michiru— dijo de manera alegre mientras se volvía a sentar.

Después de ella vino una chica de cabello gris cenizo demasiado alborotado.

—Entonces... ¿Tú eres Claudine?— preguntó de manera coqueta, idiota, puedes seguir tu propio camino y evitar que desperdicie mi tiempo con tus patéticos intentos de coqueteo, conmigo no funcionan.

—Sí— dije alzando una ceja.

—Genial, soy Akira.

Después de esto empezó a caminar alrededor de mi como si del sol se tratara, estaba examinándome, llegó hasta mí rostro y lo examinó con cautela.

—Vaya— dijo finalmente, alejándose de mí volviendo hacia la mesa y por fin dejando su semblante analizador para darle paso al feliz— Bien, impecable gusto, tiene un cuerpo para morir, rostro de ángel y su actitud es única, la apruebo, y si tú no haces un movimiento con ella tal vez lo haga yo.

Idiota, sigo aquí, sé decente.

Pude ver mejor a quién se dirigía ya que esta se volvió el centro de atención de todos después de la aprobación de la molesta de Akira, esta se notaba algo apenada por las actitudes de sus compañeras llevando una mano su rostro en un intento de cubrirlo por la vergüenza, no entendía por qué.

—Vamos, no seas tímida, habla con ella— le sugirió de manera materna una chica de cabello morado oscuro.

—¿Qué te pasa, Maya? ¿Qué le pasó a la fiera de las chicas? — dijo Futaba en tono burlón, ante este comentario Akira también se rió.

—¿Maya?...— susurré tratando de visualizar mejor su rostro.

Espera... ¡¿QUÉ?! ¿ELLA ERA MAYA?

—Hola Claudine— me saludó con un tono cansado y avergonzado mientras recargaba su frente en su mano.

—Espera un momento, ¿Tú eres la Maya que yo conozco? — dije demasiado confundida.

—Sí, soy yo— tomó su vaso y lo llevó a sus labios tomando un trago de lo que supongo que es una bebida alcohólica.

—Linda forma de reencontrarnos— dije de manera sarcástica.

—Sí— siguió actuando de manera distante y avergonzada.

—Linda reunión, pero realmente necesito llegar a mi departamento ¿Saben cómo puedo llegar?

—Sí sabemos, pero debes hacernos un favor.

En ese momento Maya azotó su mano contra la mesa.

—Ese es nuestro favor— ¡Oh, por los dioses!— Sucede que mañana será el cumpleaños de Maya y planeamos hacerle algo...

—¿Te refieres a hoy?— dije alzando una ceja

—¡Oh! Cierto, ya es mañana... Es sólo que necesitamos que la lleves a su departamento, nosotras aún tenemos que preparar algunas cosas y Maya no se puede enterar.

—Entiendo, lo haré— dije sin mostrar emociones.

—Gracias, si quieres también puedes venir a la fiesta.

—No, gracias.

—Como quieras— finalizó Akira.

—Claudine, tu departamento está a dos cuadras después de esta calle y tres cuadras más al sur— dijo Michiru

—¿Tan cerca estaba?— ¿Qué tan torpe llegué a ser?

—Sí— me respondió la misma chica que antes se encontraba animando a Maya.

—¿Y dónde dejo a Tendo?—

—En el departamento 221, se encuentra frente al tuyo, es tu vecina.

¿Qué tan distraída estuve que no noté que mí antigua rival era mi vecina y estudiaba en la misma universidad que yo.

—Muchas gracias Claudine, suerte.

Y así todas se fueron hablando sobre cualquier tema sin importancia.

Me acerqué a Maya que permanecía profundamente dormida en la mesa, se notaba que estaba borracha.

Traté de despertarla dando palmadas leves en su rostro, pero sus párpados permanecían cerrados.

—Maya, despierta.

¿Cómo era posible que pudiera dormir son semejante ruido?

—¡Maya!

Azoté su rostro con gran fuerza logrando por fin que despertara de golpe con los ojos completamente abiertos por la sorpresa.

—¡Kaoruko! ¡¿Cuántas veces te he dicho que no me agradan tus bromas?¡

Mi cara reflejaba confusión ¿De qué diablos estaba hablando? Su rostro se calmó y me miró apenada.

—Emm... ¿Bien?

—Lo siento, ¿Sabes dónde están las demás?

—Se fueron y te abandonaron conmigo.

—Me lo suponía— susurró esperando que yo no escuchara, lo cual sí escuché.

—Bueno, ven conmigo.

—Creo que puedo ir sola, Claudine, muchas gracias por ofrecerte.

—¡Oh, no! Tú vienes conmigo.

—Claudine, tranquila, puedo conducir hasta mi casa.

—Eso es lo que tú piensas, además, no es un problema para mí y tú estás....

Un ruido se escuchó por todo el lugar pero nadie le prestó atención a la atractiva chica que ahora yacía en el suelo.

—¡Mon Dieu!

Traté de levantar a Maya que yacía profundamente dormida en el suelo.

Tuve que esperar varios minutos a que recobrara el conocimiento... Bueno, no recobrar el conocimiento, si no que reaccionara a los estímulos.

—Maya... Estás bien?

—Sabes, creo que voy a aceptar tu oferta— dijo de manera calmada.

—Ven.

Me paré a su lado y le ofrecí mi mano ayudando a que se parará de manera tambaleante.

Este iba a ser un largo recorrido.

—Claudine... ¿Puedo obtener otra bebida?

¡¿En serio?! Ella ya había consumido suficiente alcohol, por el resto de sus días no permitiría que su estado de borrachera aumentara, pues, eso sólo significaba más tiempo para mí batallando con ella y más tiempo para ella con una increíble resaca, ninguna de las consecuencias me gustaba.

—¡Oh, no! No lo creo, al menos de que quieras una maravillosa resaca para el resto del día.

Se quedó en silencio mientras pasaba su brazo por mis hombros ayudándole a erguirse y poder por lo menos hacer un intento de caminar por la pista.

Realmente todos los aromas que vagaban por el lugar me estaban sofocando y el estúpido problema en el que me había metido me sofocaba aún más.

Caminé entre la gente feliz de que todos me ignoraban, pues estaban pendientes a otras cosas, sus ojos estaban muy ocupados en tetas y culos.

Ya afuera del lugar pude apreciar el aire limpio, creo que el aroma del alcohol y tabaco me había nublado los sentidos, por fin podía respirar bien.

—¿Claudine?

—¿Si?

—¿Por qué el piso está cubierto de asfalto?— dijo de manera inocente.

Esto era demasiado extraño, Maya actuaba de forma inocente como si de una niña se tratara, supongo que en verdad se había atiborrado de alcohol, pues su actitud había tomado un giro radical, ahora veía por qué sus amigas no la habían querido llevar a su departamento.

—Porque la gente lo cubrió de asfalto para que se pudiera conducir sin afectar sus transportes ni sus pies— respondí aún muy confundida ante su actitud.

—¿Y entonces por qué usamos zapatos si tenemos el asfalto?

—Porque nuestros pies son muy sensibles y el asfalto los lastimaría.

—Claudine... ¿Por qué está tan oscuro?

Genial, esto estaba llegando a niveles estúpidos.

—Porque el sol ya no está.

—¿Y por que ya no está?

—Porque la tierra gira entorno a él y al mismo tiempo nosotros giramos sobre nuestro eje, así que una parte de la tierra encara al sol y la otra no, y como da vueltas esas partes se van rotando y así existe el día y la noche— Volteé a ver su cara y por su expresión sabía que no había entendido nada, genial— Se supone que tú ya sabes esto.

—De seguro lo sé, pero estoy demasiado estupefacta como para recordarlo.

—Tsk

—Oye, Claudine... ¿Y por qué el agua es transparente?

¡Méchant Va! Estaba demasiado aturdida y confundida antes su actitud, lo único que podía hacer era tratar de seguirle la corriente, responderle y ser lo más racional posible aunque ella fuera demasiado idiota en estos momentos.

Seguimos caminando por las calles mientras trataba de que no se cayera.

—————————————————————————

Después de varios intentos y peleas con la estupidez de Maya, por fin pude lograr que ambos llegáramos sanas y salvas al edificio donde se encontraban ubicados nuestros departamentos, bueno, no tan sanas, yo ya había perdido toda mi sanidad con las constantes preguntas estúpidas de Maya, aunque siempre le respondí y nunca perdí el quicio.

¡Por fin, llegamos! Dejé a Maya parada observando el lugar de manera muy tierna ¿Cómo era posible que una persona borracha fuera tierna?

—Maya, ¿Tienes tus llaves?

—¿Llaves?— dijo sin ponerme mucha atención aún observando el lugar.

—Las llaves hacia tu departamento— respondí sin mostrar el menos astibo de interés.

—¿Llaves?— volvió a preguntar.

—Sí Maya, llaves, esas cositas con forma dentada y de diferentes tamaños, las cositas chiquitas que entran en la cerradura y abren la puerta.

—¿Cerradura?— preguntó esta vez.

—Es esa cosa que va colocada en tu puerta para evitar que alguien ajeno entre, ahora, sólo dame las llaves, por favor.

—Estas?

Tomó las llaves de su bolsillo y me las dió sin encararme, yo las tomé sin mucho interés y me dirigí a la puerta y las metí en la cerradura.

—Emm... Maya... ¿Estás segura de que estas son las llaves de tu departamento?

—Claudine, quizá esté ebria, pero estoy segura de que esas son las llaves de mi departamento— se acercó y se colocó a mi lado observando la puerta— De lo que no estoy seguro es de que este sea mí departamento— clamó de forma somnolienta.

¡¿QUÉ?! Grité para mis adentros con toda mi fuerza aunque en el exterior me mantuve calmada.

Maya no era mi vecina.

¡Akira, deseo que te pudras en el infierno y que mañana amanezcas con la peor resaca que puedas tener en tu vida! Si es que amaneces, claro está.

Supongo que no quedaba opción, tenía miedo de dejar a Maya por su propia cuenta y que hiciera alguna estupidez debido a su estado de ebriedad, ella fue mi rival y no permitiré que alguien que no fuera yo la humillara, aunque ella misma era quien lo estaba haciendo.

Maya había cambiado, pero seguía siendo Maya.

Me volteé para encararla, yacía parada al lado de mi puerta recargada en la pared algo somnolienta, su expresión era pacífica y se notaba que estaba muy cansada.

Suspiré ávidamente, pero me enternecí al verla tan calmada.

—Maya...— susurré tocando levemente su brazo, se giró hacia mí con los ojos entrecerrados.

Abrí la puerta de mi departamento y la encamine hacia el sofá donde se acurrucó tratando de dormir.

Dejé mi chaqueta algo mojada en el piso dejándome un poco más cómoda al estar seca con mi blusa.

Caminé hacia la cocina tomando algunos ingredientes, conocía algunos remedios caseros y cosas naturales.

Encendí la estufa y coloqué los ingredientes juntos, sin embargo, ignoré la receta de mi madre y le coloqué algo de miel para que no se sintiera tan amargo, espere hasta que estuviera listo para luego servirlo en dos tazas de té.

Le llevé una a Maya aunque la encontré durmiendo profundamente en el sofá, fue una escena que me tocó el corazón, pero ella tenía que despertar, si no tendría una "maravillosa" resaca en la mañana.

—Maya...— susurré tratando de que despertara.

Dado que no recibí respuesta alguna dejé las tazas en la mesa de centro y acerqué su rostro al mío.

Hace mucho tiempo que no la veía bien, pero esa atractividad seguía ahí, sus facciones de niña habían cambiado para dar paso a las de la mujer que estaba ante mí, pero aún podía distinguir esa pureza que conservaba.

Poco a poco fue despertando cuando comencé a tocar su brazo fervientemente, cuando estuvo algo consciente se enderezó en su asiento y bostezó de manera perezosa aún muy aturdida.

—Ten, toma esto.

Tomé las tazas de la mesa y le ofrecí una a Maya, esta la miró perpleja.

—Tómalo, te hará bien.

La tomó sin poner mucha atención y empezó a beber de forma pausada.

Me senté en un sillón y tomé mi taza para acompañarla mientras bebía.

—Claudine— subí mí cabeza y le puse toda mi atención— ¿Por qué me estás cuidando?

Su pregunta me tomó por sorpresa e intenté no ahogarme, ella era mi resaca.

Suspiré de manera profunda y observé su inocente rostro, no podía enojarme con ella, no ahora, pero no tiene por qué saberlo.

Mantuve mi postura y respondí de forma natural.

—Porque fuiste mi rival, me ayudaste a superarme, te debo tu extraña amistad, te debo el favor.

—¿Qué es la amistad?

Dudé un poco tratando de formar una respuesta adecuada, hasta que unas ideas llegaron a mí cabeza, así que traté de expresarlas en palabras.

—Es cuando una persona te ofrece su compañía y apoyo incondicional, te da su opinión acerca de lo que haces y trata de que siempre vaya por el camino del bien, es alguien que se preocupa por ti sin importar la adversidad.

—¿Entonces qué es el amor?

Miré confundida su rostro y de manera titubeante respondí.

—Bueno, creo que es casi lo mismo— dije volviendo la atención hacia mi té tomando un sorbo de este.

—Tiene que haber una diferencia, dos cosas no pueden ser lo mismo siendo tan diferentes.

Bien, ahora estaba recobrando su consciencia, lo malo era que justo en este momento lo tuvo que hacer, no pudo esperar más?

—Supongo que entonces el amor es cuando te preocupas por un persona más que por ti mismo.

A Maya se le notaba mucho más activa, al parecer el té había tenido efecto en ella y además que aún tenía algo de sobriedad.

—¿Entonces tú me amas?— dijo algo confusa.

—¿Disculpa?— dije algo confundida al borde de escupir el té.

—Dijiste que el amor es cuando te preocupas por alguien más que por ti mismo.

—Sí, ¿Y eso qué?

—Eso es lo que estás haciendo en este instante.

—¿De qué hablas?

—Bien, lo diré de este modo, aceptaste cuidarme sin observar las consecuencias, yo sé que eso no es algo que tú hagas o que forme parte de quien eres, me tomaste a tu cuidado cuando mis amigas te mintieron y te pusieron en aprietos, tu forma de cuidarme y tratarme tiene más cariño que en una simple amistad, además, sé que tu odias el licor.

—No sabes de lo que estás hablando— dije volviendo a tomar un sorbo sonriendo un poco, era adorable ver su borrachera aunque muy molesta.

—Claudine, tal vez no esté totalmente consiente de lo que digo o hago y probablemente no recuerde nada de esto al despertar pero estoy lo suficientemente sobria para saber que hay mucha diferencia entre amistad y amor, y puedo notar que tú no la sabes— Su voz era demasiado calmada con un toque de inocencia.

—No lo creo— dije algo indiferente.

—Esto es importante Claudine, porque puede significar que nunca has conocido el amor y no sabes lo que es.

—Eso no tiene sentido.

—Déjame terminar, nunca fuiste mi amiga porque siempre fuiste algo más.

¿Qué...? Necesito tiempo para ajustarme, no entiendo nada, ¿no se supone que Maya está ebria? La prefiero ebria, así hace preguntas estúpidas y no nota nada.

—Así que dime ¿Acaso me amas?— La fulminé con la mirada de manera perpleja tratando de asimilar las cosas— Creo que podrías decirme, no es como si fuera a recordar esta conversación.

—Maya... Lo siento... yo no...

De repente llegó de manera rápida a mi asiento tomando mi rostro e interrumpiendo con un beso.

Sus labios chocaron con los míos, la miré atónita sin poder corresponderle o poder cerrar los ojos. Me tenía acorralada contra el respaldo del sofá y sin poder hacer nada permanecí inerte. Su mano llego hasta mi rostro y lo acarició de manera suave mientras sus dedos recorrían mi mejilla y marcaban su contorno.

Durante esos segundos deje de respirar aprisionada por las sensaciones que me recorrían el cuerpo.

Sus labios se juntaron con los míos de manera dulce moviéndose a un compás suave como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para nosotros. Sin saber cómo respondí el contacto cerrando los ojos suavemente aún sin ser consiente de lo que hacía, fue un acto reflejo.

Se separó de mí dejando que su frente se recargara en la mía, no abrí los ojos hasta que sentí su delicada respiración en mi rostro y escuché una suave risa.

—Te estás aprovechando— dije entrecortadamente por la falta de aire.

—Sí, no recordaré nada mañana así que aprovecharé para hacer todo lo que nunca me he atrevido a hacer.

—Lo siento Maya, pero no permitiré que hagas algo estúpido— me paré de mi lugar dirigiéndome hacia mi dormitorio.

—¿Me amas?

—Sólo te diré que tal vez nunca conocí lo que era el amor.

Cerré la puerta de mí habitación y me preparé para ir a dormir.

————————————————————————

—¡¡¡AKIRA!!!

Un gritó ahogado mi despertó de mi sueño de manera brusca, salí de mi cama rápidamente corriendo hacia el origen del sonido.

Maya yacía tirada en el suelo con la cobija que había colocado sobre ella en la noche cubriendo su cabeza.

—No puedo creer que Akira me haya traído a un lugar que no conozco para perderme— la escuché murmurar abajo de la cobija, su cabeza empezó a asomarse por la cobija y al encontrarse con mi mirada volvió a esconderse de forma tierna— ¿Claudine?— preguntó con miedo.

—¿Si?— respondí casi riéndome.

—No lo puedo creer— murmuró enfadada— Juro que mataré a Akira con mis propias manos.

—Maya... Puedes salir.

Me acerqué a ella y tiré de la cobija dejando al descubierto su rostro atontado.

—¿Te sientes mejor?

—¿Ehh?

—Tu borrachera ¿No tuvo efectos?

—Ahh, no— dijo mientras se erguía y se sentaba en el suelo.

Me senté al frente de ella sonriendo naturalmente, algo que no hacía en mucho tiempo.

—¿Por qué lo haces?

—¿Hacer qué?

—Tomar alcohol hasta el amanecer.

—Yo no tomo alcohol hasta el amanecer, yo tomo alcohol hasta olvidarme de quién soy y lo cobarde que he sido al no decirte lo que siento— coloqué mi mano en su brazo dándole apoyo con una sonrisa sincera, Maya suspiró ávidamente— desde que llegaste aquí las cosas han sido difíciles para mi, me recordaste cosas que creí haber dejado atrás, al verte por primera vez no pude evitar reaccionar y recordar los sentimientos que tuve, me cambiaste totalmente, ya no tuve más citas después de que llegaste, sólo tuve aliento para ti.

Sonreí enternecida ante sus palabras y me acerqué lentamente dándole un suave beso en los labios.

Después de separarme de ella observé con cierta risa como su rostro se había vuelto totalmente rojo y estaba atónito.

—¿Bien? ¿Qué sucedió?

—Ayer me confesaste que me amabas.

—Y supongo que tú también me amas.

—Sí— me tomó en brazos dándome un gran abrazo— Espera, tengo una duda.

—Dime.

—¿Cómo es que tus amigas saben quien soy?

—Oh— dijo de manera apenada, se separó de mi para evitar mi mirada— Puede que cuando haya estado no totalmente consciente de lo que decía haya hablado de ti.

—Ya no lo harás más, ¿cierto?

—No veo ninguna razón para hacerlo.

—Ah, por cierto, feliz cumpleaños— dije mientras la enfundaba en un abrazo.

—Hoy no es mi cumpleaños— dijo de forma confundida pero aceptando mi abrazo.

Maldita Akira...

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